Mirando hacia atrás con los ojos del corazón te vi, tan lozana y esbelta como entonces. Comprendí que aunque los años han pasado me quedan los imborrables recuerdos de tu compañía. Vendimiando junto a mí, paseando los días de asueto por entre las viñas, contemplando una puesta de sol.
También te recuerdo en aquel verano caluroso, nuestro primer verano, con tu vestido blanco y vaporoso, acompañándome cogidos de la mano a una de las típicas bodegas de Requena, en la que podíamos degustar los mejores caldos de la tierra.
El tiempo pasa inmisericorde, pero me gusta pensar que mejoramos como el buen vino. Y cada vez que volvemos a saborear una copa rebosante de ese néctar precioso que nos legó el dios Dionisio, afloran como la primavera, esos buenos recuerdos.
Valentina Luque Manzano, Estepa (Sevilla)
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