lunes, 3 de mayo de 2010

265 LA BOTELLA

Era una fría velada, a pesar de ser primavera. El invierno parecía no quería abandonar la ciudad. Aún el blanco manto se extendía hasta los pies de las colinas. No apetecía salir, no tentaba nada. Acababan de cenar, temprano para sus costumbres, y nada había que hacer. Ana se dedicó a ordenar el sótano, intentando mantenerse ocupada, mientras Julián vegetaba frente a la televisión. Entre trastos encontró un par de botellas de vino, recordó que cuando se mudaron a la casa, para celebrarlo habían comprado bastante, y parecía mentira que en este rincón se hubieran escondido durante tanto tiempo. Limpiándole el polvo que se le había depositado comprobó se trataba de un vino del 2001, se entretuvo leyendo los detalles, la uva bobal, las barricas de roble donde se crió, la bodega Mas de Bazán. La mente sin darse cuenta estaba volando, imaginándose en el viñar. Subió junto a Julián, con el vino y un par de copas. Con un poco de suerte le despegaría de la caja boba y podría disfrutar de un poco de conversación, animaría la lúgubre velada.

Cuando miró de nuevo la hora, era pasada la medianoche, en la conversación habían recordado aromas y sabores que solamente el vino pudo haber resucitado de las arcas del pasado. Ideas de platos que hacía tiempo no habían degustado y que tendrían que cocinar un día de estos, paseos por el monte que en esta primavera, una vez el valle en flor, podrían fácilmente repetir y disfrutar. Los sentidos se habían despertado, la llama de la vida estaba nuevamente encendida. La hibernación quedaba atrás.

 

Pablo Millares Martín, Leeds (Gran Bretaña)

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